La Abuela que Teje
No todas las brujas son trasnochadoras, pero hay unas que esperan la medianoche para caer sobre los techos de ciertas casas.
No todas las brujas son trasnochadoras, pero hay unas que esperan la medianoche para caer sobre los techos de ciertas casas.
El pollito transparente que pía y pía da indicaciones de cómo se deben enterrar las semillas para que la magia de estas plantas no deje su rendimiento.
Aquella familia llegó de otra región dispuesta a ganarse unos pesos en la cosecha de café que este año era abundante y el cafetal necesitaba de mucha mano de obra para que no se perdiera…El hombre que los recibió, al ver la belleza de las muchachas, pasó de atento a zalamero.
El ruido de los bultos al caerse hizo que la mujer del dueño de la fonda apareciera. Ella Estaba tomándose un café cerrero y el aroma gibó aún más la nariz del duende, quien le preguntó:
Al cuarto día, Fortunato, desesperado, se preparó un buen café y salió a mirar la mujer que tanto lo buscaba, pero que no estaba a su alcance. Era una mañana de lluvia helada y Fortunato vio que la mujer seguía al otro lado de la quebrada, pero ya sin
Son tres piedras, que representan a la abuela, al abuelo y al nieto, las que forman el fogón tradicional donde se tuesta café. Sobre ellas se coloca una paila de hierro, olorosa y muy negra, que le da al grano el punto de tostión preciso para que sea molido.
Mineima lo llevó hasta una vega del cafetal y allí le presentó una joven brisa, que pasó muy rápido y apenas se sintió. El viento, para cumplir con lo pactado, le trajo el mejor aroma que tenía en su memoria, el aroma de cafe, pero este pasó muy rápido y Mineima apenas lo sintió.
Estas chapoleras cuelgan en su cintura el canasto de fino bejuco donde recolectan los frutos de café colorado, lo arrancan del arbusto con delicadeza y le dan el cuidado que merece este grano con que se prepara la mejor bebida del mundo. Pero no solo ellas son la fuerza vital que mueve la recolección de la cosecha, es toda la familia la que alegra los surcos cada vez que en las ramas colorea su fruto.
Allí llegaron seis mulas que venían de diferentes sitios, estaban cargadas con bultos de café que llevaban como destino las compras del grano que había en El Líbano, pueblo que con solo mirar al oriente, los arrieros podían verle la belleza de su extensión y la imponente catedral que se erigía en centro mismo de su trazado.
A estas cordilleras llegó el mejor cogedor de cafe. No solo por su rapidez para cosechar el grano sino porque a su canasto solo caían pepas maduras. Cantidad y calidad era su nombre.