La Abuela que Teje

La abuela que teje

” Y en noches de brujeríl algarabía es cuando las personas sienten ese alboroto nocturno que no las deja dormir “.

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La abuela que teje

Y Las cabuyas de cafe

No todas las brujas son trasnochadoras, pero hay unas que esperan la medianoche para caer sobre los techos de ciertas casas.

Las viviendas de las fincas cafeteras tienen un sobretecho, soberado, desván o zarzo  donde se lleva el café para que se acabe de “dorar” antes de ser vendido. A estos soberados, cuando están desocupados, los adoran las brujas porque se prestan mucho para sus juegos. 

Y en noches de brujeríl algarabía es cuando las personas sienten ese alboroto nocturno que no las deja dormir. 

Mucha gente se asusta ante estos escándalos que arman las brujas sobre sus techos y huyen de las viviendas como si allí habitara una plaga. En el campo, cuando llega una plaga, todo parece perdido. Y eso pareció suceder cuando a estos cafetales les llego la roya. Primero se les fue el brillo a las verdes hojas y luego les cayó un ocre como ceniza a punto de un nuevo infierno. No volvieron a florecer los arbustos que terminaron por convertirse en una chamizuda presencia, una tristeza en rama. El acabose cubrió estos campos.

Las pocas pepas que algunos dieron como cosecha fueron pasilla, y de la peor calidad.

A la gente del campo esta plaga la tornó escuálida y de espíritu chupado. Pero hubo un cafetero que nunca perdió su ánimo ni el empuje para hacer las cosas. Este hombre tenía por costumbre guardar parte de su cosecha de café en el soberado de la casa. Don Gabriel, que así se llamaba el hombre, al ver a sus vecinos y amigos devastados por la plaga se le ocurrió ayudarlos con el grano que tenía en el soberado de su casa. A unos les repartió varios bultos de café para que lo tostaran y lo vendieran por libras y así garantizaran el sustento mientras las matas se recuperaban. A otros les enseñó a preparar bebidas y licores con sabor a café que la gente aún saborea. La leña de los cafetos que no se recuperaron, fue comercializada y con ella se ahúma una carne de sabor inigualable. 

Don Gabriel aún conserva sus buenas costumbres y cuando por casualidad su soberado está vacío, él le deja un ovillo de cabuya allá arriba para que las brujas se entretengan tejiendo sus enredos. 

Pero una mañana los de la casa fueron despertados por un suave sollozo que caía del techo. Subieron al soberado a mirar que era y encontraron una hermosa niña en medio de un enredo de cabuya, la niña ya no tenía alientos y se  veía desmadejada. A los de la casa les dio mucha pena porque ellos solo querían que las brujitas se divirtieran con los ovillos de cabuya que les dejaban allá arriba. Desenredaron a la niña pidiéndole disculpas. 

_ Fue culpa mía. Me entretuve tanto haciendo trenzas con la cabuya que me enrede y me cogió el día.- les dijo la pequeña brujita. Las niñas de la casa se pusieron muy contentas porque ahora tenían una nueva amiguita con quien jugar.  

La casa ya está rodeada de otras casas y  los niños del vecindario acuden encantados a escuchar a la tía abuela que nunca se casó,  y que después de bajar cabuya del soberado se sienta a hacer trenzas con ella y a contarles historias de brujas y aparecidos.

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Siguiendo Carlos Flaminio Rivera Castellanos:

Writer

Nació en El Líbano- Tolima. Colombia en 1960, estudio en la Universidad Nacional. Escritor, editor y tallerista literario. Libros publicados: "Sin puntos sobre las íes" (cuentos 1997); "Cruentos y adioses" (cuentos 1999); "La mirada sumergida, cuentos en el tiempo" (2001); "Sudor de sueño y otros textos" (2003); "Las horas muertas" (novela 2003); "La cita" (novela 2005); "El árbol imaginado" (novela 2010); "La Mascota de Kafka" (colección El Solar Universidad del Valle, 2012); "Mito Mineima”. “ Apuntes históricos sobre El Líbano" (Colección Cátedra El Líbano); “Un país… o algo así” Editorial Domingo Atrasado. "Viaje a la costa "(Selección de escritores colombianos traducidos al Alemán). “Registros históricos de la cultura Libanense”. Los libros de Carlos Flaminio Rivera dan cuenta de un trabajo silencioso de una escritor sumergido en su escritura única y excelente, cuyo trabajo profundo exige un lector atento. Sus historias están cargadas con imágenes que oscilan entre la prosa la poesía con un lirisismo justo.

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