EL PATRON MALVADO.
Y EL CAFETAL
“El hombre que los recibió, al ver la belleza de las muchachas, pasó de atento a zalamero”.

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EL CAFETAL
Y
El Patron Malvado
Aquella familia llegó de otra región dispuesta a ganarse unos pesos en la cosecha de café que este año era abundante y el cafetal necesitaba de mucha mano de obra para que no se perdiera. Su viaje fue extenuante y, al parecer, ya se les había agotado los pocos recursos económicos que traían, por eso, al arribar ya de noche a aquella finca, rogaron por albergue y comida, que pagarían con su trabajo. Eran madre, padre y tres hijas volantonas. Cosecheros que venían de la campaña algodonera que recién había pasado en la costa atlántica.
El hombre que los recibió, al ver la belleza de las muchachas, pasó de atento a zalamero.

Sabias que… En el 2011 la UNESCO declaró al Paisaje Cultural Cafetero Patrimonio de la Humanidad. Esta region esta Conformada por los departamentos de Tolima, Caldas, Quindio, Risaralda y Valle del Cauca Con una arquitectura colorida y única, esta región es uno de los principales destinos turísticos del Colombia. Fuente: Ver fuente.
A las muchachas les ofreció una habitación junto a la suya y muy alejada de la que les dio a sus padres para que pasaran la noche, pero estas se negaron y el hombre dejó de ser atento con la familia. Al otro día envió las mujeres a un cafetal que estaba junto a la casa y a sus padres los envió a otro cafetal que estaba muy lejos, pero ellas se negaron y el hombre se enfureció con la familia.
Esa misma mañana los echó de la finca exigiéndoles que le pagaran de inmediato la comida que les había brindado y el hospedaje. Al parecer era costumbre de este hombre aprovecharse de las familias necesitadas.
Una de las muchachas le preguntó el precio de la comida. El hombre le exigió una cantidad muy alta y ella le pago con unas monedas de oro, regalándole otras por haberlos ayudado cuando lo necesitaban.
Sin dejarlo salir de su asombro, otra de las muchachas le preguntó por el precio del hospedaje y el hombre esta vez sí que fue exagerado en el cobro, la muchacha le pagó con un lingote de oro, regalándole otro pequeño por agradecimiento del servicio que les había prestado.
La tercera muchacha se le acercó y dándole las gracias le dio un balde lleno de agua que el hombre miró con desprecio, lo tiró al suelo y ya sin agua le dio un patadón, rompiéndolo. Contento con lo que tenía y con lo que había hecho, le ordenó a la familia que se fuera de su finca.

Esa noche – acunando su ambición e imaginando todo lo que su nueva riqueza le permitiría hacer-, el hombre acarició tanto las monedas y los lingotes que le habían dado las muchachas que el oro se calentó hasta ser candela viva. Las llamas comenzaron a devorar la casa, pero lo hacían de una manera tan lenta que el hombre tuvo tiempo suficiente para buscar un recipiente, llenarlo de agua y venirse a apagar el fuego. Solo que las vasijas que podían contener agua para apagar el incendio aparecían con el mismo roto que él le había hecho al balde cuando lo pateo con desprecio.
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